YONG-TAE MIN
1. El hombre que practica el Fung-ryu-do, o el Fung-ryu-ín aspira a vivir siempre libre, feliz y longevo como el viento (fung) que sopla, como el agua (ryu) que fluye. 2. El fung-ryu-ín sabe que la finalidad del arte no consiste en una obra perfecta y bien acabada, objeto para el museo, como no consiste en la muerte la finalidad de la vida. El fung-ryu-ín es profesional en vivir bien y aficionado eterno en el arte, compañero de la vida. No estamos atentos solamente a la perfección de una obra sino también y a veces más, al proceso mismo de la creación artística, porque éste es ?sabemos? la ocasión y el lugar óptimos para la práctica del fung-ryu-do. 3. El fung-ryu-ín sabe que él es el creador y la criatura de una obra y de una vida, al mismo tiempo. Una obra artística vive y resucita a través de la lectura de los lectores receptores. Por consiguiente, no existe una obra acabada, una vida acabada, sin compartir con la vida de los otros. La felicidad en el proceso de crear solo o en la colectividad, es la condición sine qua non y muy necesaria de una obra verdadera o de una vida hermosa. 4. Al fung-r