MAS, VIRGINIA
«Una ventana en el tejado de una buhardilla situada en el centro de Madrid me ofrecía una perspectiva inmejorable del bullicio de la ciudad. A otro lado de la calle languidecía una vivienda deshabitada que amenazaba con la ruina. Una tarde de domingo se encendieron las luces al otro lado y me cayó encima el peso de la literatura en forma de escombros. Comprendí que las casas necesitan a sus habitantes para contar sus historias. Y viceversa. El crujido de las vigas me fue dictando la memoria colectiva de un edificio en el que cabríamos cualquiera.
Tosemos polvo es una melodía inventada que tarareamos sin darnos cuenta. ¿Y lo qué imaginamos es real? Pues claro, qué va a ser si no.»