KOPPEN, ERWIN
Frente al Oriente, que es el pasado; frente al Nuevo Mundo,
que es el porvenir; frente a África, España se asemeja a un
centinela avanzado, símbolo y salvaguardia de la cultura
occidental. Entre sus glorias, entre aquellas que mejor ha
personificado su espíritu, ha sido el combatiente de Lepanto,
el cautivo de Argel, el autor de Numancia, de Don Quijote y
de las Novelas ejemplares el que ha abierto, sin darse cuenta,
las puertas a una nueva filosofía de la vida, que iba a convertirle en uno de los desanimadores de la Europa moderna.
Cervantes ha llegado a ser uno de los pensadores soberanos
de nuestro tiempo. Es en Alemania donde ha nacido esta concepción. Esta sobrevivencia o, si se quiere, este segundo
nacimiento de Don Quijote es uno de los hechos más llamativos de la historia literaria.
Alemania no ha llegado por sí misma a Cervantes.1
Con esta cita inicia Bertrand el prefacio a su exhaustiva obra sobre la
recepción de Cervantes en Alemania. Y, en efecto, si tomamos como ejemplo
la obra cumbre de don Miguel de Cervantes, la más universalmente conocida
y joya de la literatura española, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, vemos que no tuvo en ese país un reconocimiento inmediato, contrariamente a lo que sucedió en otros países europeos, como Portugal, Francia,
Italia o Inglaterra. En el siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII se hicieron en
Alemania solamente traducciones parciales, bastante imperfectas e incompletas, y no tomando el original como modelo, sino otras traducciones