SUAREZ GARCIA, J. L
En la lengua española hay dos verbos cuyos semas (o
notas significativas que describen qué quiere decir la palabra)
expresan dos sentidos muy distintos, mirar y ver. Los aficionados
y los antitaurinos podemos mirar lo que sucede en el ruedo,
que vemos o interpretamos de modo totalmente diferente.
Nosotros miramos y vemos (en el sentido de racionalizar y sentir)
el enfrentamiento voluntario del torero con su antagonista
como un juego y rito, con el consiguiente peligro al crear suertes
diversas, el castigo al bicho para ir atemperando su embestida,
cada vez más suave, al tiempo que vemos su belleza cuando
el diestro puede crearla gracias a la bravura y nobleza del astado.
Los detractores miran las escenas, las contemplan, pero ven
algo así como la gratuidad de un cruel espectáculo sin sentido
ético ni estético. Interpretan que el toro sufre, mientras los aficionados
creemos que el animal, al no tener un pensamiento
racional como el hombre, padece sólo el dolor y que su naturaleza
brava le estimula a embestir más. En la actualidad se está
investigando en qué consiste la bravura y dónde reside.