MERCEDES SUÁREZ FERNÁNDEZ
«La historia del castellano, desde su aparición en los textos iniciales de los ss. XII y XIII, se nos
muestra como una continua expansión. En primer lugar, hay una expansión interna: el castellano
se convierte en la lengua «propia» de Castilla en todas sus manifestaciones escritas (literarias,
jurídicas, cintíficas, etc.), quedando el latín restringido al ámbito de la liturgia y a ciertas
actividades intelectuales. El castellano conquista así la primacía, o exclusividad, en una gama cada
vez más amplia de textos, lo que obliga al «desarrollo» de un idioma que en épocas anteriores sólo
servía para las necesidades prácticas de la comunicación inmediata. Ese «desarrollo» es, por una
parte, la historia literaria, con sus procedimientos expresivos, sus estilos cada vez más personales y
sus géneros de textos cada vez más variados. Pero también es el de la propia lengua: puestos sus
hablantes en el deseo, o la necesidad, de expresar en ella nuevos contenidos, de más alto nivel de
abstracción o de mayor sutileza significativa, su sistema lingüístico debe llegar a ser capaz de
manifestarlos. Para ello, la lengua ha de ganar en universalidad, o posibilidad de empleo en todos
los sectores del saber humano (lo que se logra con el incremento del léxico), y en complejidad, o
capacidad expresiva de procesos especulativos y reflexivos (para lo que se necesita una sintaxis
cada vez más flexible, sobre todo en la oración). Lo habitual es que tal proceso se realice bajo el
influjo de otras lenguas ya utilizadas como vehículos de cultura: para el castellano cumplieron dicha
función el latín y el árabe. Todo ello unido a los cambios producidos en diferentes sectores del
sistema (poco sólido en muchos puntos, según hemos ido indicando), configura la historia
lingüística del castellano medieval