AA.VV
ESTAMOS PROGRESANDO Y USTED NO LO SABE
por Juan Antonio Rivera
Cualquiera de estos cinco libros reúne a buen seguro méritos suficientes para ser reseñado por separado, pero también es cierto que guardan entre sí un parentesco que autoriza y alienta su reseña conjunta. En la práctica me centraré en el libro de Steven Pinker, que es el que tiene un recorrido conceptual más rico y completo, y emplearé los demás para contrastar o prestar apoyo a algunas de las afirmaciones que hace el psicólogo canadiense.
Esto es lo que nos cuenta Giorgio Manganelli sobre cómo era la vida en Londres en el primer tercio del siglo XVIII: «Pero en 1737 Londres no era sólo un lugar de arrebatadora vitalidad, el gran escenario de la vida. Era una ciudad torva y sórdida, increíblemente sucia ?puesto que aún no existía un servicio municipal de limpieza urbana? y mal iluminada; las calles estaban sin pavimentar y desprovistas de aceras; no había alcantarillado ni conductos de desagüe, de modo que toda la inmundicia se acumulaba y fluía hacia el centro de las calles; los informes de la época insisten especialmente en los gatos y perros muertos [...]. Era frecuente la pena de la argolla, que solía recaer en los calumniadores, categoría de la que formaban parte los libelistas, los polemistas temerarios y los periodistas agresivos.
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¿QUÉ ESTÁ EN NUESTRO ADN?
por Carlos López-Fanjul
En 1942 se publicó Evolution. The Modern Synthesis, la obra de Julian Huxley que suele tomarse como el manifiesto de la integración de distintas disciplinas biológicas, previamente inconexas, en torno al principio darwinista de evolución por selección natural especificado en los modelos matemáticos de la genética de poblaciones. Esta proclamación del flamante neodarwinismo suscribía tácitamente el pacto de dejar a un lado cualquier referencia a una posible base hereditaria de la naturaleza humana, en atención a las atrocidades cometidas por la aplicación de programas eugenésicos, en especial las perpetradas por el nacionalsocialismo. La aparición en 1975 del libro de Edward O. Wilson, cuyo título Sociobiology. The New Synthesis era palpablemente intencionado, rompió con el convenio previo en su último capítulo, al proponer una interpretación de la condición humana inspirada en un ultradarwinismo reduccionista apoyado en un modelo genético rígido. La sociobiología contó desde su inicio con la militante oposición de muchos, pero Wilson aceptó decididamente el reto. Primero, ampliando y defendiendo su tesis en On Human Nature (1978), texto galardonado con el premio Pulitzer. Segundo, reforzando los fundamentos teóricos de su proyecto (en colaboración con Charles J. Lumsden) en Genes, Mind and Culture. The coevolutionary process (1981) y Promethean Fire. Reflections on the Origin of Mind (1983).