MOA, PIO
La próxima semana empezará a estar en librerías mi libro Por qué el Frente Popular perdió la guerra civil. Causas y consecuencias. Será el libro definitivo sobre la guerra.
¿Cuántas veces has dicho públicamente que dejabas la historia?
Dos, tal vez tres.
Pero siempre reincides
Muy a mi pesar. Cuando empecé a escribir, el dominio de las versiones izquierdistas y separatistas sobre la guerra y sobre Franco era absoluto. Historiadores de la talla de los hermanos Salas, Martínez Bande o Ricardo de la Cierva estaban prácticamente en el ostracismo, tanto en la universidad como en la opinión pública. Esto fue posible gracias a la colaboración de la derecha, en especial la monárquica de Ansón en su órgano ABC , que quería ser El País de la derecha, y a los políticos democristianos. Entonces mis obras cayeron como una pedrada en una charca un tanto fétida. Gente como Tusell, Juliá y otros querían que mis obras fueran prohibidas. Después de mi trilogía sobre la república y la guerra y de Los mitos, dediqué bastante tiempo, en artículos, conferencias e intervenciones en los medios a explicar las cosas y a rebatir a los historiadores lisenkianos y cantamañanas que produce a chorros esta universidad degradada. Por supuesto, ellos jamás pudieron rebatir nada importante de lo escrito por mí, los poquísimos debates los perdieron porque se apoyan en distorsiones de hechos conocidos. Entonces respondieron con el silenciamiento.
Dicen que es porque tienes poco nivel para ellos.
Ja, ja, no tienen miedo al ridículo. Su nivel es mediocrísimo, pero comprendo que llevan muchos años viviendo de sus propagandas y degradando la universidad, y no van a cambiar. No merecen el menor respeto. Necesitarían una gran honradez intelectual, que nunca tuvieron. Hay excepciones, claro, pero son eso, excepciones. Y como dominan la universidad, gracias al abandono de la cultura por la derecha, y también dominan los medios, porque la derecha se los ha entregado, ya mencioné a Ansón pero ha sido mucho más amplio, pues han logrado transformar su derrota intelectual en victoria política, aplicando lo que pidieron desde el principio, la censura, en una ley de memoria histórica que amenaza los fundamentos mismos de la libertad intelectual y de la libertad sin más. Pero, en fin, me equivoqué al creer la batalla ganada, porque mientras no se gane en la opinión pública seguiremos en las mismas. Pensé entonces que el debate debía elevarse a otro nivel, el de la historia de España en general, sobre la que se han escrito no menos sandeces que sobre la guerra y la república. Y luego sobre Europa, un tema sobre el que no se ha escrito casi nada en España, pese a ser todos tan europeístas. Y volví a creer que ya la cuestión quedaba zanjada. Lo lógico es que hubiera habido un debate en profundidad, pero en un ambiente cultural tan degradado e inane como el español es pedir peras al olmo. Por lo tanto acepté el silenciamiento inevitable. La primera vez que dije que me retiraba, aproveché para escribir una novela, y la segunda, otra, que espero salga el año próximo. En historia queda otro gran tema, que es la Hispanidad, pero me parece que ya no lo abordaré yo.