AZIZ LAHBABI, MUHAMMAD
No era Mohamed Aziz Lahbabi (1922-1993) un filósofo desconocido, pero tampoco un filósofo bien entendido y es lo peor que pueda ocurrir a un pensador de tanto prestigio intelectual en su país y en todo el mundo árabe e islámico. Su trayectoria filosófica fue tan rica y tan fecunda hasta límites considerables. A pesar de ello, su aportación filosófica ha sufrido una cierta confusión, causada en parte, por la propia escuela filosófica al que estaba adscrito, y en otra parte, a las circunstancias políticas e intelectuales que le tocaba vivir, tanto en Marruecos como en Francia.
El personalismo musulmán, al considerar a la persona como primera referencia, no la presenta en absoluto como una suerte de mónada espiritual. La persona es un ser total, es materia viva, es espíritu que alienta en un cuerpo dotado de razón. El espíritu se distingue de la persona como la parte del todo, como el contenido del continente. Aunque es religioso, el personalismo musulmán rechaza cualquier teología que confronte a priori el espíritu y el cuerpo, dando preeminencia a uno de los dos sobre el otro. Creer es comprometerse. La persona es poder de iniciativa y de opción: se adapta y adopta, prueba, y aprueba y desaprueba. Son las cualidades requeridas para declarar que la persona es autónoma. (...) El personalismo empieza donde la persona rechaza la sumisión ciega a cualquier persona y a cualquiera cosa y reconoce el valor supremo de la razón y del espíritu. Aun el hecho de reconocer ese valor no corresponde en absoluto a admitir las mistificaciones o la tiranía de la razón de otro, incluso la influencia ciega, dictatorial, de alguna ideología, aunque ésta fuese religiosa.