JIMÉNEZ, JUAN RAMÓN
El nombre de Juan Ramón Jiménez (1881-1958) no requiere mayor presentación. Premio Nobel en 1956, figura central de la poesía contemporánea, su vasta producción en verso y prosa -desde Ninfeas y Piedra y cielo a La estación total, Espacio o Dios deseado y deseante, desde Platero y yo a Españoles de tres mundos- es una cima de la expresión literaria en castellano. Seix Barral, que publicó ya en 1985 Guerra en España, en edición al cuidado de Ángel Crespo, dio a conocer la reedición facsímil de Canción, una de las recopilaciones mayores de la poesía juanramoniana, así como reeditó sus Historias y cuentos y la edición definitiva de sus Elejías andaluzas.
El hilo que une al creador de Platero y la ciudad de Granada es estrecho, sutil y, sobre todo, sensible. En el verano de 1924, invitado por su amigo Federico García Lorca, Juan Ramón pisó por primera vez la ciudad junto a Zenobia, su esposa. Pasaron varios días en el desaparecido Hotel París de la Gran Vía bajo la atención de los Lorca y Manuel de Falla. Aquel tiempo fue suficiente para que la ciudad le dejara asombrado. También herido. El onubense recogió sus impresiones en el libro Olvidos de Granada, en el que se reúnen cartas, anécdotas, recuerdos y algunos de los símbolos más lúcidos de su poesía, todos ellos evocados por la ciudad. Puede decirse que Granada le causó una conmoción creativa: una seducción de la que es fácil responsabilizar a la Alhambra y sus jardines, como quedó de manifestó en el poema Generalife, dedicado a Isabel García Lorca, hermana de Federico. A ella, a quien llamaba La hadilla del Generalife, decía en una de sus cartas: "Granada me ha cogido el corazón. Estoy como herido, como convaleciente".
Juan Ramón Jiménez anunció por primera vez su intención de publicar un libro con el título de Sevilla en una de las páginas preliminares de la primera edición de Estío (1916), proyecto nunca concluido ni publicado íntegramente, pero del que da fe toda una serie de manuscritos. La presente edición reconstruye ese libro que no llegó a ser, dedicado por el poeta a la ciudad que un día proclamara capital lírica de España.