RAMÍREZ, LUIS
Autor: Ramírez, Luis.
Editor: Ruedo Ibérico.
Lugar y fecha: París, 1964.
Páginas: 293, de 18 x 12 cm.
CONTENIDO
Consta el libro que comentamos de cuatro capítulos, perfectamente diferenciados, en los que, en forma más o menos dialéctica, se pretende dar una visión completa y profunda del panorama político y el horizonte social de España en el primer cuarto de siglo, después del trauma producido en la vida nacional por la guerra civil.
El libro tiene pretensiones de objetividad y se presenta al público europeo -en versiones francesa y española, como habitualmente hace esta editorial-, en calidad de anticipo, réplica y, cómo no, testimonio ecuánime, que permita contrarrestar la propaganda gubernamental que se supone lanzaría el nuevo Estado con motivo del citado aniversario.
Acompañan a esos cuatro capítulos unas palabras a manera de prólogo, en las que el autor, que también lo es de otros libros de la misma editorial, entre otros Francisco Franco, historia de un mesianismo, ya comentado en el número 29 de este Boletín, expone las razones remotas que le mueven a publicarlo (aparte de la antes citada de contrarrestar propagandas "unilaterales"), que son básicamente de carácter "pedagógico". El autor se autodefine en la página 9: "por edad, no estuve en la guerra civil, soy de después. Por familia, pertenezco al mundo conservador... no existe en mí resentimiento, creo en Dios y no soy un despechado". Este autorretrato hay que creerlo bajo palabra, y aunque se utilice un seudónimo, por razones de seguridad, claro está, así como su declaración de que está escrito "desde dentro", pues allende fronteras se pierde la objetividad y se inicia la pasión. No deja, sin embargo, de extrañar la redacción y estilo francés, así como galicismos y giros que a un conocedor suspicaz del idioma del país vecino harían sospechar que el libro está escrito por alguien que. mejor conocedor del francés que del castellano y con más años de residencia allí que aquí, hubiera escogido el francés para la primera redacción del libro. Pero naturalmente, reconocer esto sería dar al lector la impresión de que si no se conoce la lengua, difícilmente se puede conocer la realidad española, testimoniada desde dentro.
La causa remota de la publicación es, por tanto, de carácter pedagógico según se desprende de este prólogo titulado "Los silencios y los gritos". El, Luis Ramírez, testigo presencial del "desorden nacional" se erije, si no en historiador, "yo no puedo historiar, intento un testimonio, una crónica vivida" (pág. 10), sí en observador, que, conocedor de las respuestas, acaba con los silencios y, poseedor de la panacea, acalla los gritos. El autor de Historia de un mesianismo tocado por el Verbo Divino, puesto que como él confiesa "cree en Dios", y eso al parecer basta, va a explicarnos, gozando de tal infabilidad, en el primer capítulo el porqué de la vida española actual: la disociación pueblo-gobierno, la no participación individual en la vida comunitaria, la dictadura económica, administrativa e ideológica, etc. En el segundo, el reto lanzado por esta sociedad oprimida al gobierno a través de innumerables tumultos, infinitas huelgas desordenes estudiantiles y obreros que se produjeron a lo largo de estos años. En el tercero, la reacción despiadada del gran Leviathan contra todo tipo de ideología que no caiga dentro de las directrices del partido único: católicos, socialistas, comunistas, vascos y catalanes, para acabar con unas cifras de detenidos políticos, generosamente hinchadas, y la narración de sevicias, tormentos y demás truculencias que tienen lugar en el juzgado especial número 13, pues hasta el número está conscientemente elegido con el fin de tocar la fibra supersticiosa del lector al que va dirigido. "No intento tanto que lo lean los intelectuales cuanto el pueblo. Los más, que, por serlo, serán los mejores" (pág. 15).
El último capítulo está lleno de esperanza; tras haber convencido al lector de que la peor dictadura no es la que irrita, sino la que "fomenta el bostezo", resulta que España toda está en tensión. Ya no son sólo la Universidad y el proletariado los que conspiran, sino también las jerarquías eclesiásticas, la burguesía, el partido aherrojado y oprimido, etc. Se pregunta uno con quien se enfrentan, si todos están en acto o en potencia en el bando contrario. Quizá la respuesta se la reserva para otra próxima publicación, ya que, según propia confesión, considera éste epílogo del libro como un prólogo para otro posterior que él nuevamente se considera llamado a escribir, puesto que, según sus palabras finales, "la opinión mundial nos juzgará a todos algún día", y a ella, mansa y humildemente, dirige su declaración ya que considera que sin él probablemente dicha opinión no podría sobrevivir.