JUNCOSA, ENRIQUE
Todo empezó con los dragones de la Edad Media y ha desembocado en las criaturas retorcidas de Miquel Barceló. Los toros amenazantes, los peces desmadejados, los objetos sin nombre y esas naturalezas muertas de fruta descalabrada y colores chillones aterrizan en los lienzos abombados y en las cerámicas del artista de Felanitx. Pero esta vez lo hacen en patios de piedra y umbría, renacentistas, fríos, recios, definitivos.
Desembarca Barceló en Salamanca con una exposición múltiple de 80 obras que se despliega por cinco enclaves de la ciudad. Es su primera gran muestra española desde aquella de 2010 en Caixaforum Madrid. El motivo: su fichaje, por parte del rector salmantino Daniel Hernández Ruipérez, como estrella indiscutible en las conmemoraciones del octavo centenario de la Universitas Studii Salmanticensis, una de las universidades más antiguas del mundo.
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Fue una buena estrategia, porque el rector me visitó en mi estudio de París y primero me pidió sólo que hiciera el logo del VIII Centenario (un logotipo que transforma en letras los dragones medievales)
pero al final me acabó pidiendo una exposición, y mira, explica el artista. Y tampoco quedó ahí la cosa. Cuando el 1 de octubre se cierren las puertas de este recorrido por la geografía creativa de Barceló, la Universidad de Salamanca nombrará al artista doctor honoris causa.