AL-MASRI, MARAL
Soy un pasajero del metro. Como yo, cada día, millones de hombres y mujeres caminan por sus pasillos. Como poeta, este universo subterráneo (y a veces aéreo) me fascina. Soy una mujer que nunca ha conducido (¡y siempre ha sido conducida!) Pero la libertad quizás comienza con decidir su dirección. Escribir, es sin duda para mí, una forma de recuperar mi libertad. Conduciendo mi tren, o tranvía imaginario, a través del espacio de mis poemas. En este lugar bastante confinado que es el metro y el momento en que nos encontramos en sus vagones, estamos cara a cara, cerca el uno del otro. Y, al mismo tiempo, muy lejos. A lo largo de los años, he visto algunos cambios en la sociedad que se reflejan en el comportamiento de los pasajeros del metro.