BAEHR , RUDOLF
De lo anterior, podemos resaltar que el verso es una forma de expresión lingüística (la otra forma de expresión lingüística es la prosa). Y que, aunque es la forma habitual de la función poética es el verso, ésta puede adoptar otra forma de expresión, la línea, encontrándonos entonces ante un poema en prosa (o, quizá mejor expresado, un poema en línea). O sea, que existe la prosa y existe verso, y existe el poema en verso y existe el poema en prosa (o línea).
El verso es la unidad menor de un poema en verso.
La estructura del verso tradicional (o clásico) depende de la medida, o número de sílabas, de los acentos y de las pausas, que producen el ritmo, y de la rima, principalmente.
La estructura del verso libre es otra cosa, según se verá más adelante.
El factor más importante de la estructura del verso es con mucha diferencia, el RITMO, que es lo que diferencia a la poesía de la prosa (la poesía tiene ritmo, la prosa, no). Todo poema, esté escrito en verso clásico, blanco, libre o sea un poema en prosa, ha de tener ritmo. Si no tiene ritmo no es poesía. La forma de obtener el ritmo es distinta según la estructura poética elegida.
En el verso clásico, el ritmo se obtiene por los ACENTOS (no los gramaticales -tildes-, sino los fonéticos -sílabas donde descarga la voz. Por tanto, la medida y la rima no cuentan a la hora de conseguir el ritmo, no nos preocupemos tanto de ellos, pues su importancia es menor, cuentan en verso clásico pero no en verso libre. Loimportante para el poema es el ritmo, el poema no existe sin ritmo. Lo fundamental para conseguir el ritmo, en verso clásico, son los acentos. El poema hay que OIRLO, no leerlo. En verso libre es diferente, según veremos.
Al establecer Jakobson las distintas funciones básicas de la comunicación verbal, señala la poética, junto con las otras cinco -la referencial, la emotiva, la conativa, la fática y la metalingüística-. Añade que cualquier intento encaminado a reducirla a poesía o viceversa, constituiría una forma engañosa de simplificar las cosas y que al tratar de la función poética, la lingüística no puede autolimitarse al campo de la poesía. Hasta aquí, pues, se distingue claramente entre función poética y poesía.
Por otra parte, el mismo lingüista indica que el verso llega a rebasar los límites de la poesía, pero, al mismo tiempo, implica una función poética. Las reiteraciones de determinadas secuencias -sílabas, acentos, pausas, ritmos, etc.- configuran el verso, de lo que se desprende que es una forma -no una función- y que responde a unas determinadas estructuras. La otra forma posible de expresión lingüística es la prosa.
El uso preferente del verso para la expresión poética es la causa de la frecuente confusión entre poesía -un contenido- y verso -una forma-.
El estudio de las estructuras del verso y de sus combinaciones estróficas y poemáticas constituye la Métrica, o ciencia (a veces denominada arte) de la versificación.
1.2. Concepto de verso
Podríamos definir el verso como unidad métrica. Quilis lo caracteriza como la unidad más pequeña, la menor división estructurada que encontramos en el poema. Su estructura depende de la medida, o número de sílabas, de los acentos y de las pausas, que producen el ritmo, de la rima, que lo enlaza con otros versos dentro de la estrofa y en el poema, y de otros elementos que pueden presentarse en casos particulares.
Nos referimos, de momento, sólo al tipo de verso tradicional, dejando para más adelante el estudio del verso libre.
1.3. El verso español
Navarro Tomás considera el verso, en su estructura sonora, como mero producto del ritmo, independiente del papel accesorio y omisible de la medida silábica, de la rima y de la estrofa. Es, precisamente, este concepto de ritmo el que permite diferenciar el verso de la prosa y, a su vez, considerar también verso al renglón del poema, más o menos amétrico y sin rima, utilizado en la versificación libre.
La base rítmica de la versificación castellana no se fundamente, como creían los conceptistas Rengifo, Luzán y Gómez Hermosilla, en la cantidad silábica -distinción propia de las literaturas griega y latina, que diferenciaban las sílabas en largas y breves-, sino en su intensidad, es decir en la división de las sílabas en tónicas (fuertes) y átonas (débiles).
La importancia que el acento de intensidad juega en la estructura del verso castellano fue ya adivinada por Nebrija, reforzada por Bello y aceptada por los tratadistas contemporáneos. (Al estudiar, más adelante, las cuestiones de ritmo, tendremos ocasión de precisar y completar estos aspectos.)
En síntesis, pues, podríamos señalar, en la versificación española, como en la de otras literaturas románicas -las diferencias peculiares entre los sistemas de versificación de éstas son mínimas-, los siguientes elementos, que estudiaremos por separado:
a) medida;
b) rima;
c) ritmo, y
d) estrofa.