NEWMARK, PETER
Nos encontramos ante una obra que, ya desde su título, tiene la intención de ser muy ambiciosa. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas: por un lado, trata los temas de mayor interés para alguien que desconozca la profesión (como los distintos tipos de traducción); por otro, simplemente sirve de introducción a dichos temas.
Este es quizás uno de los libros de mayor popularidad entre las facultades de traducción, lo que, a mi parecer, es una auténtica pena. De hecho, dada su fama fue quizás el primer o segundo libro que leí sobre traducción con esperanzas de introducirme en la reflexión en torno a la traducción y descubrir buenos consejos para traducir. Sin embargo, tras leer cosas como que un traductor siempre ha de traducir a su lengua materna porque es el único modo en que una persona dispone de todos sus recursos lingüísticos (algo en lo que estoy de acuerdo), qué gran decepción fue leer otras como que hay que realizar una traducción literal siempre que sea posible a menos que las normas del idioma de destino requieran lo contrario porque la misión última de traductor es ser fiel al autor tanto en la forma como en el contenido.
De hecho, dos académicos de reconocido prestigio ya han expresado largo y tendido su desacuerdo con la teoría de Newmark: Anthony Pym y Sergio Viaggio (requiere registro, pero merece la pena). Me tomo la libertad de hacer una cita bastante larga de Anthony Pym que resume todo lo que podría transmitir yo en miles de líneas:
Uno de los ejemplos que utiliza Newmark para demostrar la diferencia entre las actitudes semántica y comunicativa es un discurso radiofónico pronunciado por el general de Gaulle en 1940, traducido por el comandante E.L. Spears (significa «lanzas») en 1966. Newmark (1977, 169; 1981, 45) reconoce como válido un tratamiento comunicativo de la parte narrativa del discurso pero no acepta la siguiente transformación de palabras sagradas:
TO: Car la France nest pas seule! Elle nest pas seule! Elle nest pas seule!
TL: For remember this, France does not stand alone, she is not isolated.
Dice Newmark: La traducción de citas, aunque que sean sin importancia, es normalmente semántica y no comunicativa, ya que el traductor no es responsable de su efecto sobre el segundo lector (1981, 45). Su «versión sugerida» es, por supuesto, For France is not alone! She is not alone! She is not alone!
Lo que más me interesa aquí es por qué un traductor un traductor-soldado además ha estado tan aparentemente dispuesto a contradecir todas las leyes del menor esfuerzo para efectuar transformaciones innecesarias. Newmark se limita a indicar lo más evidente la existencia de las transformaciones, pero su teoría radicalmente normativa no le permite preguntar quién habría detrás de las transformaciones el traductor ideal de Newmark no tiene ni subjetividad ni responsabilidad electiva, ni si esta persona habría podido tener razones válidas para no traducir de manera literal. ¿Por qué presentar las negativas paratácticas del francés como si fueran de una lógica hipotáctica tan inglesa? Un análisis mínimamente abierto [6] habría citado normas discursivas que permiten una actitud exclamatoria en francés que resulta meramente peculiar en inglés (como reconoce Newmark en otro contexto, «el discurso es más emotivo en las lenguas románicas que en las germánicas», 1981, 132). También se habría podido citar la transición del medio radiofónico público (1940) al texto escrito de una biografía especializada (1966). Sin embargo, el punto más importante es que había tenido lugar el hecho de una transición desde la incertidumbre existente en 1940 (la parataxis de de Gaulle esconde un miedo muy real) hasta la historia acabada y escrita de 1966 (Spears cree saber quiénes salvaron Francia). Siendo estrictamente intraducible la incertidumbre que dio lugar a las negaciones repetidas, el traductor inglés ha optado por traducir a un de Gaulle sin miedo, imagen por la cual sí que acepta la responsabilidad en su calidad de biógrafo. Es un dato real que una teoría real debería poder explicar antes de rechazar.