LIBER FRIDMAN / ERNESTO R. SÁBATO / RAFAEL F. SQUIRRU
xterior que lo llevó por los sitios más palpitantes de la América del Sur, reflejo de esa otra búsqueda, interior, que lo llevaría a encontrarse a sí mismo, a su original estilo y a su propio destino. Búsquedas que lo conducirían desde los monumentos arquitectónicos hispano-guaraníticos del interior de Paraguay hasta las plantaciones de caucho del Amazonas, lugares que fue retratando a su paso, durante los años que permaneció en cada lugar.
Después de Brasil, continuó su camino hacia el interior de Venezuela y luego de una breve estadía partió hacia Perú, lugar donde habría de encontrar la razón de sus viajes y de su existencia, y al que no abandonaría por varias décadas. Es en Perú donde Fridman halló su peculiar estilo artístico. Al adentrarse en el pasado de las culturas precolombinas, Liber Fridman fue plasmando su mitológico y desaparecido legado. Una vez, durante una exposición de sus obras en la ciudad de Lima, alguien le preguntó qué pretendía transmitir con su arte. Fridman respondió con una frase extraordinaria: "recrear un mundo". Esa frase resumió todo el espíritu que impulsó su obra, la recuperación del mítico pasado del Perú precolombino.
Poco antes de cumplir 70 años de edad retornó a la Argentina, desde donde comenzó a dar a luz sus obras más logradas. Sólo abandonando en forma física su amado Perú le fue posible plasmar en su intensidad máxima todo lo que había elaborado y madurado durante los decenios en que permaneció allí. Fue en su retorno a la Argentina donde halló la distancia y el sosiego necesarios para elaborar el conjunto definitivo y final de su producción artística.