CASTILLA DEL PINO, CARLOS, COM
Entre la extensa obra científica del psiquiatra Carlos Castilla del Pino, del que este mes de octubre se cumple el centenario de su nacimiento, figura una que puede considerarse esencial. Teoría de los sentimientos es un tratado que aborda una de las dimensiones fundamentales de la persona. Uno de esos aspectos es la envidia.
Dice el psiquiatra campogibraltareño que no se envidia a quien se considera inferior y que el envidioso crea una relación de dependencia hacia el envidiado. Éste, muchas veces, es ajeno a la envidia que suscita, incluso a la mera existencia del envidioso.
Argumenta el escritor que no se envidia el bien, sino a aquel que lo ha logrado, por lo que sabemos de qué carece el envidioso a partir de aquello que envidia en el otro.
Sostiene el psiquiatra que el envidioso persigue la destrucción del envidiado, pero la destrucción de su imagen, no necesariamente del cuerpo físico del envidiado. En efecto, más que la muerte se desea la caída en desgracia que permita que quede por debajo del envidioso.
Y añade: porque aun desaparecido de este mundo, su imagen persigue al envidioso, en la medida en que ésta es de él y persiste aún después de muerto. El envidioso trata de convertir al envidiado, de admirable y estimado, en inadmirable y odioso.
Cuando el envidiado deja de serlo porque se ha producido su defenestración, después de la alegría por ello, el envidioso puede llegar a compadecer al menos por algunos momentos, porque al fin y a la postre siempre pensó que es ahí donde siempre debiera haber permanecido.
El envidioso se mueve en un mundo de ocultaciones. Oculta su posición inferior respecto del envidiado y en ningún momento estará dispuesto a reconocer la superioridad del otro. También esconde las connotaciones morales negativas -maldad, dobleces, astucia- e intentará que su acción no es otra cosa que una crítica generosa: digo esto por su bien.
Sin embargo, señala Castilla del Pino, la envidia acaba por emerger porque la envidia es una pasión, y, como tal, controlable sólo hasta cierto p