MARTÍN, RAÚL
La revolución falangista resulta poca cosa, así observada. Y no hay más; no hay más en los hechos, pero tampoco hubo más en las primeras intenciones. ¿De dónde la nostalgia, las frustraciones y la melancolía izquierdizante? Quizá proceda de conciencias individuales, iluminadas con palabras nunca meditadas ni entendidas; quizá de quienes fueron deslumhrados por la música aparente de un estilo aunque ramplón sonoro. Gentes ahora enfrentadas al brutal resultado que ellos no fueron capaces de imaginar que era al que apuntaban con sus idealizaciones y su banal terminología de combate. La brutalidad de la instalación de "las derechas" españolas puede que haya sorprendido incluso a quienes se esforzaron por defenderlas e instalarlas en un poder sin trabas. Es posible. Pero tampoco esa sorpresa engendra un distanciamiento radical. Tampoco el disgusto de verle la cara real al resultado obtenido, que ellos suponían embellecido por el "ni esto ni aquello", los caminos intermedios y los juegos de palabras sobre las clases, el capital, la empresa, la economía objetiva y la España exacta, ha producido una radicalización revolucionaria.