YUN CASALILLA, BARTOLOMÉ
La historia global está de moda. Su auge tiene importantes raíces en la historiografía francesa de la escuela de los Annales, pero su escenario principal es Estados Unidos. Su popularidad se vincula con fenómenos asociados con la llamada globalización. En las últimas décadas, los historiadores -y los que cultivan las ciencias sociales y culturales en general- han puesto en evidencia que las dinámicas que influyen o determinan los ritmos y la dirección de nuestra vida pueden explicarse sólo de forma parcial dentro del marco del Estado-nación. Así, la investigación histórica busca, como nunca antes, mirar más allá de las fronteras nacionales que, a menudo, constituyen un marco artificial para procesos históricos que las rebasan. Diferentes corrientes historiográficas, con las etiquetas de World History, transnational history, connected history, entangled history, histoire croisée y, de manera cada vez más frecuente, Global History, comparten esta inquietud. Aunque los historiadores mexicanos y latinoamericanos se hayan sumado tarde a este desarrollo, a nivel internacional, el número de publicaciones al respecto crece sin cesar, y contamos ya con algunas revistas especializadas.1