RIVAROLA RUBIO, JOSÉ LUIS
De toda esa extensa obra, ciertamente que sus trabajos sobre el español de América merecen consideración especial. Desde mediados de los años 80 del siglo XX hasta su muerte, el español de América fue el tema que lenta pero consistentemente ganó el centro de sus investigaciones y de sus preguntas historiográficas. Creo que fue, por cierto, en ese campo, donde José Luís dejó sus mejores estudios y donde sus ideas y reflexiones avivaron el interés por una variedad del español que, desde su imposición en el continente, ha marcado el compás de historias diversas y complejas, de asimetrías y contactos, en una veintena de naciones independientes que, de buenas a primeras, entraron en relación con un pasado ajeno y, a la vez, propio. En 1990 publica una colección de 10 estudios agrupados bajo el título La formación lingüística de Hispanoamérica que rápidamente ganó la atención de los especialistas porque, en conjunto, esos ensayos ofrecieron una nueva manera de conceptualizar la historia del español americano, del contacto de lenguas y de otros fenómenos afines que requerían ser contextualizados en el marco de la historia de sociedades en formación y ruptura. Esos 10 ensayos muestran la amplitud de miras que exige la vida social de una lengua. Desde ese libro, hasta el 2000, que aparece el segundo, El español de América en su historia, José Luis publicó decenas de artículos en revistas, homenajes y actas de congresos vinculados con el español americano o con su otra pasión: El Inca Garcilaso. El nuevo libro también reúne 10 ensayos, todos encadenados por una prosa pulcra y cuidada, razonada en su disposición y amoldada a la vocación de José Luís por integrar conceptos, hechos y razonamientos que permitan ofrecer descripciones y explicaciones signadas por la reflexión y la prudencia. Es la actitud del filólogo. En este libro, el lector encuentra con frecuencia afirmaciones del autor que trascienden el español de América y que, más bien, corresponden a la teoría del cambio lingüístico y del contacto de lenguas. Como en el primer libro citado, insiste Rivarola otra vez en que falta más trabajo de archivo y mayor cuidado filológico en la edición de los documentos coloniales. A subsanar ambos vacíos contribuyeron precisamente dos colecciones de textos peruanos, elaborados por indios bilingües durante los siglos XVI y XVII, que da a conocer Rivarola, el primero, el año 2000, y, después, el segundo, el 2009. Ambas publicaciones ofrecen una base documental imprescindible para conocer la formación del español peruano y la diversidad de contextos y dimensiones inherentes a la difusión e imposición del español en los territorios del antiguo imperio inca. Cosa curiosa: la publicación del 2009, el último libro de José Luis, está dedicado al maestro de sus años doctorales: K. Baldinger.