MEREDITH, GEORGE
Las primeras palabras de este ensayo podrían referirse a su propio destino: las buenas comedias son raras, el poeta cómico no aparece con frecuencia y, cuando lo hace, carece de semejantes, porque se requiere una sociedad de hombres y mujeres cultivados, en la que las ideas fluyan y las percepciones sean rápidas, con un grado moderado de actividad intelectual. La risa exige la delicadeza más sutil.
La menor desigualdad -entre clases o entre sexos, entre los seres humanos quienesquiera que sean y dondequiera que se encuentren- es fatal para la comedia, pero no lo es menos una igualdad mantenida artificialmente en los peldaños inferiores de las posibilidades humanas.