AL-MASRI, MARAM
Ella me ha contado su historia de este modo:
Nací en Siria, en Latakia, junto al Mediterráneo. Soy el fruto de todos los mestizajes que se cruzan en ese puerto.
Crecí en el seno de una familia musulmana que respetaba los valores tradicionales. Pero pronto pude ir a Damasco a estudiar, arte, lengua y literatura inglesa. Allí consumé mi primera revuelta. Me enamoré de otro adolescente, un joven, como yo, pero cristiano. Nuestro amor fue una afrenta para nuestras familias. Pagué muy caro aquel amor. Me repudiaron, nos repudiaron. El amor entre una musulmana y un cristiano les parecía imposible.
Intenté evitar una ruptura mayor. Y me casé con un musulmán. No lo amaba con pasión. Pero pensé que el amor terminaría viniendo, cuando naciese un hijo. Me equivoqué. El amor no llegó. Y decidí romper: me horrorizaba la idea de una vida atada a un hombre al que no conseguí amar definitivamente. Fue mi segunda ruptura.
Decidí separarme, divorciarme. En Siria, era muy difícil y arriesgado tomar decisiones de ese tipo. En verdad, aquella ruptura me liberaba, pero también me condenaba al exilio, el destierro. Decidí huir. No había otro camino. Y me instalé en Francia, como pude. Mi ex marido se quedó con mi hijo. Y me impidió verlo durante trece largos años de separación.
Mi obra literaria nació entre todas esas encrucijadas y rupturas. Mis primeros poemas adolescentes quizá estaban ya muy marcados por el Mediterráneo, por la situación era muy dura para una mujer que deseaba ser libre y soñaba con otros mundos.
Ya en Francia, mi obra comenzó a enriquecerse con nuevas experiencias y la perspectiva de una desterrada que debía trabajar mucho para seguir adelante. No tenía dinero, no tenía trabajo, hacía lo que podía para salir adelante. Hasta que conocí a un francés con quién decidí casarme. Comenzó una nueva vida.