ENRIQUE MARI
¿Seremos aún capaces de tener una experiencia del amor o debemos considerar la destrucción de esa experiencia como un hecho ya consumado por los discursos sobre el amor? El empobrecimiento de nuestras experiencias se oculta en los floridos frascos de esencias exquisitas que empalagan todos nuestros sentidos. ¿Empobrecimiento de nuestras experiencias o adquisición de nuevos aparatos perceptivos que enfrascan, tiñen, maquillan y perfuman lo que se siente? Una experiencia propia, quizás inasible, enterrada por los códigos culturales, quizás una idea, una cultivada ilusión. Acceder a una experiencia pura como acceder a la pureza de un texto, como escribir desde un grado cero, como dejar que lo sentido exprese el sentido de una experiencia. ¡Qué lejos todo! ¡Qué lejos el inicio de la historia sobre el amor destinada a hacer hablar las historias de amor sentidas! Así también se hace difícil leer un texto tan leído, asimilado y comentado como El Banquete. No se puede saltar la tradición, el mundo de símbolos crecidos desde la escritura platónica hasta el presente; tampoco se puede dar cuenta plenamente de ese universo simbólico.
Enrique Marí no va tras la experiencia originaria perdida, ni tampoco pretende construir un relato para exponer erudición. Se detiene y se impulsa en Platón para recorrer al amor no como un sentimiento, no como categoría antropológica, ni como dimensión constitutiva del hombre. Recorre un camino filosófico, y se topa con los restos de fiestas y de banquetes, con voces que vuelven al habla luego de ingerir y de gemir. Marí narra los comentarios, diversos y encontrados, sobre el consumo de vino o sobre la belleza de los jóvenes. No es esta, como la ya clásica de Niklas Luhmann, una investigación sobre la semántica del amor, ya que más que de la codificación de la intimidad se trata de explorar la historia del eros contenida en El Banquete, concebida como historia de control de todas las historias de amor.