AUDRE LORDE
Cada mujer responde a la crisis que trae a su vida el cáncer de mama a partir de un
esquema general, que es el diseño de quién ella es y cómo ha sido vivida su vida. El tapiz de
su existencia diaria es el campo de entrenamiento para manejar las crisis. Algunas mujeres
tapan los sentimientos dolorosos que rodean a la mastectomía con una manta de hacer lo
habitual, manteniendo así esos sentimientos cubiertos por siempre, pero expresados en otro
lado. Para algunas mujeres, en un valiente esfuerzo para no ser vistas como meras víctimas,
esto implica insistir en que no existen tales sentimientos, y que no ha pasado nada. Para
algunas mujeres implica el minucioso estudio de la guerrera, de otra arma más: un arma no
deseada pero útil.
Soy una mujer post-mastectomía que cree que nuestros sentimientos necesitan voz
para ser reconocidos, respetados, y útiles.
No quiero que mi ira y dolor y miedo sobre el cáncer se fosilicen en otro silencio más,
ni me roben la fortaleza que puede haber en el centro de esta experiencia, abiertamente
reconocida y examinada. Para otras mujeres de cualquier edad, color e identidad sexual que
reconocen que el silencio impuesto sobre cualquier área de nuestras vidas es una herramienta
para la separación y la falta de poder, y para mí misma, he tratado de expresar algunos de mis
sentimientos y pensamientos sobre el engaño de las prótesis, el dolor de la amputación, la
función del cáncer en una economía de lucro, mi confrontación con la mortalidad, la fuerza
del amor de las mujeres, y el poder y las recompensas de una vida consciente.
El cáncer de mama y la mastectomía no son experiencias únicas, sino compartidas por
miles de mujeres estadounidenses. Cada una de estas mujeres tiene una voz particular que
alzar en lo que debe convertirse en un grito femenino contra todos los cánceres evitables, y
contra los miedos secretos que permiten que esos cánceres prosperen. Que estas palabras
sirvan como incentivo para otras mujeres, para hablar y actuar nuestras experiencias con el
cáncer y con otras amenazas de muerte, porque el silencio nunca nos ha traído nada valioso.
Más que nada, que estas palabras remarquen las posibilidades de autocuración y la riqueza de
la vida, para todas las mujeres.