TAMAYO ERRAZQUIN, JOSÉ ÁNGEL
La pérdida de nuestro querido maestro se producía justamente en el momento en el que algunos de sus discípulos nos hallábamos preparando la publicación de esta obra que, no por casualidad, tiene el mismo título que una de
sus obras más importantes: Cristianismo y mundo romano. Juan de Churruca
fue un especialista consumado en esta materia y colaboró en alguna ocasión
en los Ciclos de Conferencias del Mundo Clásico. Posteriormente, dada su
enfermedad, no lo pudo hacer más, y, por supuesto, no pudo guiarnos con su
sabiduría y prudencia en la organización del ciclo de conferencias del que
toma nombre este libro. Pero esto no quiere decir que no estuviera presente.
Se halla presente en nuestro recuerdo, en lo que de él aprendimos, y fruto y
consecuencia de ello es esta obra que a él dedicamos con todo cariño.
Humildad, ésta es quizás la palabra que podría caracterizar a Juan de Churruca, como persona y como intelectual. Este principio se convirtió en una forma de vivir en sociedad y en una forma de desarrollar su labor científica. Solía
decir como observando a unos monos imaginarios que a éstos, cuanto más
arriba trepaban en el árbol, más se les veía el culo. Trepar nunca fue lo suyo.