CONSTANTE LUNA, LUIS JORGE
La presente tesis pretende ofrecer un estudio histórico-artístico de la procesión del Corpus Christi en Zaragoza entre los siglos XIV y XVI. Dicho esfuerzo nos parece justificado porque, a diferencia de ciudades como Valencia, Barcelona o Madrid, salvo aproximaciones limitadas y parciales, no se ha acometido todavía para la capital aragonesa un estudio de conjunto sobre la fiesta. Por otro lado, desde el análisis de la paraliturgia procesional del Corpus Christi se busca ofrecer una reflexión teórica del sentido y fundamento de la incorporación de la obra artística a públicas ceremonias de carácter efímero y dramático en la época medieval. Por la gran variedad de manifestaciones integradas en el cortejo del Corpus Christi y su relación orgánica en la unidad del rito, así como por la altura de los contenidos representados, consideramos necesario un análisis que trascienda el repaso y estudio formal de las obras integradas a fin de comprender el objeto y modo de su participación.
Respecto al interés que reviste el objeto del presente estudio es necesario apuntar que la investigación de la procesión del Corpus Christi constituye una gran oportunidad para la comprensión del periodo bajomedieval. En primer lugar porque como fiesta eucarística nació como respuesta a la devoción hacia el sacramento propia de la época, y en segundo lugar porque en la articulación de sus celebraciones recogió experiencias y planteamientos propios de la vivencia festiva de los siglos XIV y XV. Por ello, en lo que se refiere al ámbito zaragozano, el estudio de la paraliturgia del Corpus constituye un valioso mirador para conocer la vida de la comunidad en la capital aragonesa durante la Baja Edad Media. Por último, para la Historia del Arte la procesión del Corpus Christi constituye un valioso camino para contemplar las concepciones estéticas y función de las artes en su dimensión más próxima a la vida de los hombres medievales.
Instituida en 1264 por Urbano IV, la nueva festividad constituyó una oportunidad privilegiada para que los fieles pudieran acercarse y contemplar el sacramento. Éste se había colocado en un lugar preferente en el panorama devocional medieval fruto de una intensa reflexión teológica entre los siglos XI y XIII y la centralidad de la dimensión humana de Cristo en la espiritualidad de la época. Sin embargo, la fiesta no se difundió ni dio lugar a las primeras celebraciones hasta el siglo XIV. España se inserta en este proceso, correspondiendo los primeros testimonios de recepción a las ciudades de la Corona de Aragón, principalmente las vinculadas a la archidiócesis de Tarragona, entre las que se contaba Zaragoza, hallándose una multiplicación de noticias desde 1317 en ciudades como Barcelona, Tarragona, Lérida o Valencia.
En la diócesis de Zaragoza, elevada a la condición de archidiócesis en 1318, la introducción de la fiesta en el calendario diocesano, la experiencia de las procesiones eucarísticas en Daroca fruto de la conmemoración del Milagro de los Corporales, la noticia de la celebración de la procesión en Calatayud en 1328, y la ampliación de la fiesta por el obispo López Fernández de Luna en 1361, permiten afirmar que en la primera mitad del siglo XIV tuvo lugar la introducción de la fiesta y la organización de las primeras procesiones. Sin embargo, la primera referencia documental a la procesión del Corpus en Zaragoza es un pregón de 1423.