PENAS, ERMITAS
Viene siendo lugar común entre los estudiosos de la obra ensayística de Leopoldo Alas destacarlo como uno de los críticos más brillantes, más incisivos y más conocedores no sólo de la literatura española de su tiempo, sino de la europea, aunque a finales de siglo fuese perdiendo interés por este aspecto. No puede pasarse por alto, obviamente, los cerca de 2.000 artículos de los que Yvan Lissorgues daba noticia en su libro de 1980-1981 (Clarín, político)1, teniendo en cuenta la drástica selección -sólo 230- a los que los sometió su autor para componer las páginas de sus conocidos ocho volúmenes2. Tampoco debemos olvidar la colección de los ocho Folletos literarios3. Ni, por supuesto, la continua labor recuperadora o exhumadora de artículos desconocidos que desde hace tiempo llevan a cabo los especialistas en Leopoldo Alas4, y las siempre sabias aportaciones de Gonzalo Sobejano, quien señala, precisamente, cómo la preocupación política de Alas en la década de los 70 cede, en la de los 80, a un interés mayor por la literatura, la novela y la crítica literaria5.
En esos años 80 es cuando Clarín se muestra un firme partidario de la narrativa naturalista o realista con rasgos naturalistas -aunque él siempre habló de naturalismo-; y de su pluma salen en esta década prodigiosa de la novela española, páginas fundamentales para su investigación. Me refiero, entre otras claro está, a la reseña a La desheredada (Los Lunes de El Imparcial, 9 de mayo y 24 de octubre de 1881), Del naturalismo (La Diana, 1 y 16 de febrero, 1 y 16 de marzo, 16 de abril, 1 de mayo y 16 de junio de 1882), Del estilo en la novela (Arte y Letras, 1 de julio, 1 de agosto, 1 de septiembre y 1 de diciembre de 1882), La novela novelesca (Heraldo de Madrid, 4 de abril de 1891) o al Prólogo que le pone a la edición en libro de La cuestión palpitante (1883). En esta octava década del siglo XIX publicará Leopoldo Alas varias reseñas sobre seis novelas de Emilia Pardo Bazán, además del mencionado Prólogo. Y en los 90, Alas se inclinará hacia tendencias espiritualistas, lo que no es otra cosa que la profundización cada vez más intensa en la psicología de los personajes y un progresivo alejamiento del medio en que se instalan. Todavía a comienzos de este último decenio del siglo, Clarín dedicará numerosas páginas a Pardo Bazán, a seis de sus novelas, a un libro de viajes, a algunos cuentos y al Nuevo Teatro Crítico. Teniendo en cuenta, además, que tanto antes como ahora escribe no sólo más de una vez sobre una misma obra, sino un sinfín de comentarios por lo general malintencionados. Por todo lo cual, la escritora coruñesa es la persona a la que Alas presta más atención, desde la perspectiva de la crítica literaria, si exceptuamos a su gran amigo y maestro Galdós. Y resulta al menos curioso suponer que es más que probable que la gallega y el asturiano nunca llegasen a conocerse. Dice el autor de La Regenta en 1892: «y aunque jamás he tenido el gusto de verla, la conocía por varios retratos» (Madrid Cómico, 23 de enero). Y ella, en la famosa entrevista de Enrique Gómez Carrillo -«Intimidades madrileñas. Una visita a doña Emilia Pardo Bazán»- publicada en el mismo periódico -23 de abril de 1898-, al ser preguntado por él, que lo dirigía desde el día 18 de ese mismo mes y año, responde: «No le conozco personalmente... es un escritor de talento» (p. 318).
Doña Emilia sólo escribió un artículo sobre Clarín. Se trata del dedicado a Mezclilla, que publicó en La España Moderna, el 2 de febrero de 1889, en la sección Notas bibliográficas. Este libro supone, según Vilanova, «un avance decisivo en la línea de revisión crítica de la estética naturalista», de tal manera que las posiciones de Alas se ven influidas por «las tendencias renovadoras de la crítica francesa más reciente»6, a partir del Manifiesto de los cinco (1887) y otros testimonios. Es decir, en Mezclilla se defiende la última orientación de la literatura europea en la que se subraya el espiritualismo, la interioridad o el idealismo. Pues bien, Pardo Bazán, como sostiene Adolfo Sotelo, fue la primera que vislumbró esa inflexión en el ensayo de Clarín7.